La posibilidad de auto reconocimiento en Paradise Lost: uso de figuras
retóricas
El poema Paradise Lost de Milton tiene
como argumento central la caída tanto de los ángeles como del hombre, producto
de la tentación de querer ser como dioses y como consecuencia la pérdida del
paraíso. Este argumento, aunque muchas veces considerado en la literatura no
siempre es fácil de ser tratado, especialmente si se quiere fortalecer la idea
de no ser un tratado teológico, sino un escrito literario y por ende con
pretensión de ser comprendido y admirado por lectores con o sin estos
conocimientos.
¿Cómo Paradise Lost logra ser considerado el gran poema de
Milton y de la literatura inglesa de mediados del siglo XVII? ¿cómo a pesar de
tratar una temática basada en ideas e imágenes más bien teológicas, logra que
el lector puede reconocerse en el texto a través de sus personajes? En el
siguiente ensayo se planteará que el uso de figuras retóricas, especialmente
dar características humanas a entes no corpóreos y el uso de epítetos, imágenes
y metáforas permiten al lector un mayor auto reconocimiento en el texto y por
lo tanto, que el poema trascienda en el tiempo más allá de características
meramente formales.
El poema
como plantea Macaulay
influye en el
ánimo de sus lectores, porque produce los efectos menos por medio de lo que
expresa, que por medio de lo que sugiere; menos por las ideas que comunica, que
por otras ideas relacionadas con ellas, electrizando el ánimo por medio de
hilos conductores. (Macaulay 40)
Estos hilos
conductores se tejen alrededor del texto, justamente por la relectura que se
realiza de él, a través de reconocer en algo tan ajeno temporalmente y muchas
veces tratado de manera mitológica, como puede ser la entrada del pecado al
mundo, el pecado en sí y la capacidad de cometer ese pecado, de lograr ver en la caída de los demonios el
mismo sentimiento de envidia e impotencia que puede producir ciertas situaciones
cotidianas y finalmente también reconocerse en Adán y Eva en sus momentos tanto
de bienaventuranzas como ante la desesperanzada del error y el deseo de acortar
el sufrimiento. Milton convierte una temática teológica en algo cotidiano y
accesible a través de estos hilos conductores facilitados por la adjetivación
del poema que permite la creación de fuertes imágenes que apelan no solo al
intelecto sino que también a los sentidos:
Aniquiladas, hasta el punto en que
Las celestes esencias y los dioses
Pueden serlo; pues la mente y el espíritu
Permanecen invencibles, y el vigor
Pronto vuelve, por más que nuestra gloria,
Extinta con nuestro feliz estado,
En eterna desdicha se haya hundido (Milton, L I, V.137-143)
A partir
de estos versos iniciales Milton introduce en el poema la personalidad de
Satán, un demonio que se lamenta de la aniquilación de su ejército, de la
derrota ante Dios ¿un demonio puede lamentarse? En un principio, se diría que
no, pero Milton lo presenta humanizado, este reconoce haber perdido su gloria y
para dar entender cómo puede ser ésta, utiliza dos frases adjetivas, donde los
núcleos exaltan el hecho de la pérdida a través del epíteto: la gloria perdida
es extinta y desdichada, toda pérdida de cierta forma es la extinción de lo
poseído y todo lo que se considere como tal atrae una cierta desdicha. Este
énfasis comienza a configurar la sicología del demonio, donde la pérdida de su
poder es lo que lo mueve a la venganza, sentimiento netamente humano, ya que no
sólo fue el deseo de querer poseer todo, sino que frente a la burla que
significó haber sido derrotado y condenado a la pérdida de sus poderes
sobrehumanos y con conciencia de esto, se produce un rechazo y un deseo de
venganza.
Milton
presenta para sus lectores el infierno como un lugar físico, a pesar que a lo
largo del poema puede deducirse que este es más bien un estado o un sentimiento
de constante desdicha y reconocer que se podría poseer algo mejor: saber que se
lograría no sufrir, sin embargo, no encontrar medios para acabar con ese
sufrimiento, esta idea más teológica se sugiere a través de imágenes en que se
acentúa el uso de adjetivos que apelan a la obscuridad, soledad, frío y un
eterno malestar, más que a la descripción de un lugar:
Guárdate, y mantén bien ordenado
El apetito, no sea que el Pecado
Te sorprenda, asistido por la Muerte,
Su negra y horrorosa compañera (Milton, L VII, V
543-547)
El
infierno, obtenido luego de desobedecer a Dios se iguala con la muerte y ésta
posee características de sorpresa, por lo tanto, es consecuencia de estar solo,
desprevenido y al encontrarse, se ve lo negro que es igual a obscuridad o
ausencia, ya sea de luz o color, es
decir, la nada. El infierno, como consecuencia de la muerte se sugiere más bien
como un estado de permanente no-existencia, lo negro en el fondo es la
representación de ese no-ser. Esta idea se entrelaza y se sugiere a partir de las descripciones primeras del
infierno
En tanto sobre el firme globo opaco
De este redondo Mundo, cuya zona
Primera de convexidad separa
Los inferiores orbes luminosos
Del Caos y de la incursión de la
Tiniebla ancestral, Satán desciende. (Milton, L III,
V 417- 422)
A pesar de presentar hasta una ubicación física del
infierno (sobre la tierra , ¿dónde? ¿Podría el hombre acceder a él por sus
propios medios?) nuevamente presenta cualidades que permiten una imagen visual
asociada a la nada, se contrasta la luminosidad de la tierra con las tinieblas
que serían el infierno, el caos como materia informe también provoca, más que
la idea de un lugar limitado, la sensación de desorden y desesperación frente
al contraste con lo conocido (tierra). Es a partir de este tipo de imágenes y
uso de adjetivos que permite ir generando sensaciones en el lector, ya que más
que una descripción detallada de los lugares provoca sensaciones, porque las
imágenes sobre lo que parece un castigo apelan a lo visual (falta de
luminosidad o brillo, obscuridad, desorden), reforzado muchas veces con
paisajes geográficos a los que el lector pueda acceder por recuerdo o imágenes
mitológicas que le permitan acercarse a ciertas sensaciones.
El cielo también es presentado como un lugar físico, sin
embargo, al igual que con el infierno apela mayormente a imágenes visuales,
táctiles u olfativas que conectan mucho más con un estado que con un lugar:
Y se fue hacia sus frutas y sus flores,
Para ver cómo se desarrollaban,
Botón y flor, en su jardín; al verla
De súbito brotaron, y sensibles
A su amable cuidado, más gozosos
Crecieron […] (Milton, L V, V 45-50)
En estos versos se presenta el cielo como un lugar
físico, sin embargo, las características que se entregan apelan fuertemente a
los sentidos, es así como primero se presentan las frutas como parte de este
cielo, esto invoca tanto el gusto como el olfato, siendo éstas algo agradable,
sano y apetecible, también al presentar
las flores se apela a lo bello, a lo
agradable, por otro lado, el hecho de presentar la auto génesis de la
naturaleza significa la posibilidad de crecimiento, pero no físico, si no más
bien interno, es decir, el cielo como un lugar espiritual.
Porque el cielo es como el libro de Dios
Ante ti abierto para que en él leas
Sus sorprendentes obras y conozcas
Sus estaciones, horas, días y meses (Milton, L VII, V
85-88)
En esta segunda cita el Arcángel explica que es el cielo
y lo homologa a un objeto físico, pero un objeto de que por sí apela más bien
al intelecto, al pensamiento y por lo tanto, no es posible aprehenderlo. A
través de esta metáfora perfecta, se presenta el cielo como algo diferente para
cada persona, al igual que un libro se puede poseer de diferentes maneras, pero
provoca el goce en cada uno de sus lectores y también se eterniza a través de
cada relectura al igual que lo eterno del cielo. También se ve como un lugar en
que crece el espíritu a través del conocimiento acerca de Dios tanto
directamente como a través de lo que Él ha creado.
Luego de explicar como el infierno y el cielo se
presentan cercanos al lector a partir de las diferentes imágenes sensoriales,
lo mismo sucede con las batallas celestiales que se libran a lo largo del
poema. Estas pueden considerarse como las batallas interiores personales,
presentadas a través de imágenes que permiten la similitud de los demonios con
las tentaciones que puede sufrir el hombre y también desprender las
consecuencias de dejarse llevar por ellas:
Avanzaba Satán con rapidez
Alada, una hueste innumerable
Como las estrellas de la noche,
O las estrellas de la mañana,
Gotas de rocío, que el sol dora
Cual perlas en cada hoja y cada flor. (Milton, L V, V
746-751)
La rapidez con la que el demonio avanza hacia la batalla
contra el ejército celestial se presenta como alada, es decir, que rápidamente
es capaz de llenarlo todo, de atravesar el entendimiento del hombre y nublarlo.
También al comparar la cantidad de demonios con las estrellas del cielo o las
gotas de rocío, presenta imágenes que son agradables a la visión y que de
cierta forma tienen una tradición de hermosura aparente o dicotómica, por
ejemplo las estrellas pueden ser presentadas como fuente de deseos o también
posibilidad de destrucción, al igual que las gotas de rocío que representan la
delicadeza, la transparencia como también la muerte para la vegetación debido a
las heladas, por lo tanto, se puede desprender la idea que los demonios o las
tentaciones poseen esta apariencia de hermosura y atractivo irresistible, sin
embargo, tras ellas se esconde muchas veces la destrucción de lo que tocan.
Finalmente, como plantea Craig Sthephans, en su
comentario acerca del prefacio de Lewis a Paradise
Lost,
“Milton’s
truth ton ature is here almost too great, and the reader is involved in the
same illusion as Eve herself. The whol thing is so quick, each new element of
folly, malice and corruption enters so unobstrusively, so naturally, that it is
hard to realice we have been watching the génesis of murder” (Lewis Preface
126)
el hecho de presentar
finalmente a sus personajes y situaciones tan cercanos a través de las
diferentes imágenes sensoriales, envuelve al lector y convierte tanto a Satán,
las tentaciones y los actos de estos,
peligrosamente atractivos permitiendo finalmente no solo la identificación
con sus personajes sino también caer en la ilusión de esa tentación, que
finalmente es la tentación a la que el hombre está sometido diariamente.
Bibliografía
Craig, S. Satan Revealed: Lewis’ Preface to Milton’s
Paradise Lost. 2013
Macaulay, L. Milton. En: Estudios literarios. Cádiz: Imprenta central, 1879.
Milton, Jhon. El paraíso perdido. Edición de Esteban
Pujals. Madrid: Cátedra, Letras Universales, 2006.