domingo, 25 de agosto de 2013

Paradise Lost- Jhon Milton


La posibilidad de auto reconocimiento en Paradise Lost: uso de figuras retóricas

El poema Paradise Lost de Milton tiene como argumento central la caída tanto de los ángeles como del hombre, producto de la tentación de querer ser como dioses y como consecuencia la pérdida del paraíso. Este argumento, aunque muchas veces considerado en la literatura no siempre es fácil de ser tratado, especialmente si se quiere fortalecer la idea de no ser un tratado teológico, sino un escrito literario y por ende con pretensión de ser comprendido y admirado por lectores con o sin estos conocimientos.
¿Cómo Paradise Lost  logra ser considerado el gran poema de Milton y de la literatura inglesa de mediados del siglo XVII? ¿cómo a pesar de tratar una temática basada en ideas e imágenes más bien teológicas, logra que el lector puede reconocerse en el texto a través de sus personajes? En el siguiente ensayo se planteará que el uso de figuras retóricas, especialmente dar características humanas a entes no corpóreos y el uso de epítetos, imágenes y metáforas permiten al lector un mayor auto reconocimiento en el texto y por lo tanto, que el poema trascienda en el tiempo más allá de características meramente formales.
El poema como plantea Macaulay

influye en el ánimo de sus lectores, porque produce los efectos menos por medio de lo que expresa, que por medio de lo que sugiere; menos por las ideas que comunica, que por otras ideas relacionadas con ellas, electrizando el ánimo por medio de hilos conductores. (Macaulay 40)

Estos hilos conductores se tejen alrededor del texto, justamente por la relectura que se realiza de él, a través de reconocer en algo tan ajeno temporalmente y muchas veces tratado de manera mitológica, como puede ser la entrada del pecado al mundo, el pecado en sí y la capacidad de cometer ese pecado,  de lograr ver en la caída de los demonios el mismo sentimiento de envidia e impotencia que puede producir ciertas situaciones cotidianas y finalmente también reconocerse en Adán y Eva en sus momentos tanto de bienaventuranzas como ante la desesperanzada del error y el deseo de acortar el sufrimiento. Milton convierte una temática teológica en algo cotidiano y accesible a través de estos hilos conductores facilitados por la adjetivación del poema que permite la creación de fuertes imágenes que apelan no solo al intelecto sino que también a los sentidos:

Aniquiladas, hasta el punto en que
Las celestes esencias y los dioses
Pueden serlo; pues la mente  y el espíritu
Permanecen invencibles, y el vigor
Pronto vuelve, por más que nuestra gloria,
Extinta con nuestro feliz estado,
En eterna desdicha se haya hundido (Milton, L I, V.137-143)

A partir de estos versos iniciales Milton introduce en el poema la personalidad de Satán, un demonio que se lamenta de la aniquilación de su ejército, de la derrota ante Dios ¿un demonio puede lamentarse? En un principio, se diría que no, pero Milton lo presenta humanizado, este reconoce haber perdido su gloria y para dar entender cómo puede ser ésta, utiliza dos frases adjetivas, donde los núcleos exaltan el hecho de la pérdida a través del epíteto: la gloria perdida es extinta y desdichada, toda pérdida de cierta forma es la extinción de lo poseído y todo lo que se considere como tal atrae una cierta desdicha. Este énfasis comienza a configurar la sicología del demonio, donde la pérdida de su poder es lo que lo mueve a la venganza, sentimiento netamente humano, ya que no sólo fue el deseo de querer poseer todo, sino que frente a la burla que significó haber sido derrotado y condenado a la pérdida de sus poderes sobrehumanos y con conciencia de esto, se produce un rechazo y un deseo de venganza.
Milton presenta para sus lectores el infierno como un lugar físico, a pesar que a lo largo del poema puede deducirse que este es más bien un estado o un sentimiento de constante desdicha y reconocer que se podría poseer algo mejor: saber que se lograría no sufrir, sin embargo, no encontrar medios para acabar con ese sufrimiento, esta idea más teológica se sugiere a través de imágenes en que se acentúa el uso de adjetivos que apelan a la obscuridad, soledad, frío y un eterno malestar, más que a la descripción de un lugar:

Guárdate, y mantén bien ordenado
El apetito, no sea que el Pecado
Te sorprenda, asistido por la Muerte,
Su negra y horrorosa compañera (Milton, L VII, V 543-547)

El infierno, obtenido luego de desobedecer a Dios se iguala con la muerte y ésta posee características de sorpresa, por lo tanto, es consecuencia de estar solo, desprevenido y al encontrarse, se ve lo negro que es igual a obscuridad o ausencia, ya sea de luz o color,  es decir, la nada. El infierno, como consecuencia de la muerte se sugiere más bien como un estado de permanente no-existencia, lo negro en el fondo es la representación de ese no-ser. Esta idea se entrelaza y se sugiere  a partir de las descripciones primeras del infierno

En tanto sobre el firme globo opaco
De este redondo Mundo, cuya zona
Primera de convexidad separa
Los inferiores orbes luminosos
Del Caos y de la incursión de la
Tiniebla ancestral, Satán desciende. (Milton, L III, V 417- 422)

            A pesar de presentar hasta una ubicación física del infierno (sobre la tierra , ¿dónde? ¿Podría el hombre acceder a él por sus propios medios?) nuevamente presenta cualidades que permiten una imagen visual asociada a la nada, se contrasta la luminosidad de la tierra con las tinieblas que serían el infierno, el caos como materia informe también provoca, más que la idea de un lugar limitado, la sensación de desorden y desesperación frente al contraste con lo conocido (tierra). Es a partir de este tipo de imágenes y uso de adjetivos que permite ir generando sensaciones en el lector, ya que más que una descripción detallada de los lugares provoca sensaciones, porque las imágenes sobre lo que parece un castigo apelan a lo visual (falta de luminosidad o brillo, obscuridad, desorden), reforzado muchas veces con paisajes geográficos a los que el lector pueda acceder por recuerdo o imágenes mitológicas que le permitan acercarse a ciertas sensaciones.
            El cielo también es presentado como un lugar físico, sin embargo, al igual que con el infierno apela mayormente a imágenes visuales, táctiles u olfativas que conectan mucho más con un estado que con un lugar:

Y se fue hacia sus frutas y sus flores,
Para ver cómo se desarrollaban,
Botón y flor, en su jardín; al verla
De súbito brotaron, y sensibles
A su amable cuidado, más gozosos
Crecieron […] (Milton, L V, V 45-50)

            En estos versos se presenta el cielo como un lugar físico, sin embargo, las características que se entregan apelan fuertemente a los sentidos, es así como primero se presentan las frutas como parte de este cielo, esto invoca tanto el gusto como el olfato, siendo éstas algo agradable, sano y apetecible, también  al presentar las flores se apela  a lo bello, a lo agradable, por otro lado, el hecho de presentar la auto génesis de la naturaleza significa la posibilidad de crecimiento, pero no físico, si no más bien interno, es decir, el cielo como un lugar espiritual.

Porque el cielo es como el libro de Dios
Ante ti abierto para que en él leas
Sus sorprendentes obras y conozcas
Sus estaciones, horas, días y meses (Milton, L VII, V 85-88)

            En esta segunda cita el Arcángel explica que es el cielo y lo homologa a un objeto físico, pero un objeto de que por sí apela más bien al intelecto, al pensamiento y por lo tanto, no es posible aprehenderlo. A través de esta metáfora perfecta, se presenta el cielo como algo diferente para cada persona, al igual que un libro se puede poseer de diferentes maneras, pero provoca el goce en cada uno de sus lectores y también se eterniza a través de cada relectura al igual que lo eterno del cielo. También se ve como un lugar en que crece el espíritu a través del conocimiento acerca de Dios tanto directamente como a través de lo que Él ha creado.
            Luego de explicar como el infierno y el cielo se presentan cercanos al lector a partir de las diferentes imágenes sensoriales, lo mismo sucede con las batallas celestiales que se libran a lo largo del poema. Estas pueden considerarse como las batallas interiores personales, presentadas a través de imágenes que permiten la similitud de los demonios con las tentaciones que puede sufrir el hombre y también desprender las consecuencias de dejarse llevar por ellas:

Avanzaba Satán con rapidez
Alada, una hueste innumerable
Como las estrellas de la noche,
O las estrellas de la mañana,
Gotas de rocío, que el sol dora
Cual perlas en cada hoja y cada flor. (Milton, L V, V 746-751)
           
            La rapidez con la que el demonio avanza hacia la batalla contra el ejército celestial se presenta como alada, es decir, que rápidamente es capaz de llenarlo todo, de atravesar el entendimiento del hombre y nublarlo. También al comparar la cantidad de demonios con las estrellas del cielo o las gotas de rocío, presenta imágenes que son agradables a la visión y que de cierta forma tienen una tradición de hermosura aparente o dicotómica, por ejemplo las estrellas pueden ser presentadas como fuente de deseos o también posibilidad de destrucción, al igual que las gotas de rocío que representan la delicadeza, la transparencia como también la muerte para la vegetación debido a las heladas, por lo tanto, se puede desprender la idea que los demonios o las tentaciones poseen esta apariencia de hermosura y atractivo irresistible, sin embargo, tras ellas se esconde muchas veces la destrucción de lo que tocan.
            Finalmente, como plantea Craig Sthephans, en su comentario acerca del prefacio de Lewis a Paradise Lost,

“Milton’s truth ton ature is here almost too great, and the reader is involved in the same illusion as Eve herself. The whol thing is so quick, each new element of folly, malice and corruption enters so unobstrusively, so naturally, that it is hard to realice we have been watching the génesis of murder” (Lewis Preface 126)

el hecho de presentar finalmente a sus personajes y situaciones tan cercanos a través de las diferentes imágenes sensoriales, envuelve al lector y convierte tanto a Satán, las tentaciones y los actos de estos,  peligrosamente atractivos permitiendo finalmente no solo la identificación con sus personajes sino también caer en la ilusión de esa tentación, que finalmente es la tentación a la que el hombre está sometido diariamente.


Bibliografía

Craig, S. Satan Revealed: Lewis’ Preface to Milton’s Paradise Lost. 2013

Macaulay, L. Milton. En: Estudios literarios. Cádiz: Imprenta central, 1879.

Milton, Jhon. El paraíso perdido. Edición de Esteban Pujals. Madrid: Cátedra, Letras Universales, 2006.