viernes, 18 de abril de 2014

La construcción del otro en Diario de a bordo del primer viaje de Cristobal Colón

En Diario de a bordo encontramos una registro minucioso de lo visto y vivido por Colón en su supuesto viaje a las Indias, describe la historia de una Latinoamérica en su conformación como continente nuevo, en que confluyen la antigua población “bárbara” carente de educación y valores propios de la cultura occidental, en un estado cultural primitivo, y la civilización de los conquistadores.
            A lo largo del Diario de a bordo describe no solo las peripecias que le tocó vivir previo a su llegada a las Américas y cómo para mantener la moral de sus tripulantes muchas veces mintió con respecto a las condiciones del viaje y a las esperanzas de llegar a tierra. Esta desesperación por el éxito de su empresa también se puede observar en la descripción que hace tanto del nuevo mundo conocido como de sus habitantes.
Cristobal Colón enfrenta estos dos mundos que se tornan en uno solo. La contraposición reflejada en el diario no corresponde tanto a un maniqueísmo que deba entenderse como la oposición entre la maldad bárbara y la bondad civilizadora, tampoco se trata tanto de un retrato específico local que deba leerse en clave política de época. En realidad, se trata de dos caras que conforman la identidad de nuestro continente; que no son contradictorias, sino que de una manera u otra coexisten, se entremezclan, y tienden a una conciliación, como se puede leer a lo largo del argumento del diario de Colón. Esta conciliación se construye a partir de la imagen que construye del otro a partir de diferentes técnicas descriptivas como son la descripción simple, la semejanza y el silencio o la afasia (Acevedo 19)
La obra presenta un escenario en que vienen a mezclarse dos mundos, la naturaleza desbordante que de cierta forma condiciona a sus habitantes y la naturaleza y calma de los colonizadores. El  espacio físico que se presenta en la obra cobra especial importancia  al igual que en novelas posteriores, como Doña Bárbara, que tratan el tema del indio y cómo afectó el proceso colonizador en la visión de sí mismos y la construcción del otro. “El paisaje se libera de lo puramente ornamental y descriptivo y cobra un valor primordial de sorprendente intensidad y riqueza poética... todo un mundo primitivo y salvaje de dimensiones míticas” (Karsen 20), es a través de la exuberancia de la selva o los yermos parajes que los otros se van configurando con características propias del escenario en que se mueven.
Colón no presenta al otro por oposición, como muchas veces se ha presentado en la literatura a lo desconocido, sino que lo asimila a lo ya conocido, dotando incluso a los aborígenes de características europeas, como es la posibilidad de convertirse a la religión católica y lo prestas que están para ser colonizados. Esto se puede considerar como un rasgo distintivo de la escritura colombina, el otro se encuentra homologado a lo conocido, a través de descripciones simples, no se ensalzan sus virtudes para engrandecer las hazañas de los conquistadores, sino que más bien se presenta un pueblo diáfano y sin problemas de asimilar la cultura de los recién llegados.
Esto también se puede entender como método de propaganda. Colón había conseguido con gran dificultad que se financiara su empresa de conquista y necesitaba de más ayuda para la colonización del pueblo recién descubierto, por esto debía construir a través de sus escritos a los reyes, la posibilidad de poder convertir a la fe católica a los aborígenes como también una tierra que puede ser dominada y explotada en sus riquezas. Si a través de su escritura no construye un escenario favorable, sería muy difícil conseguir más ayuda para su empresa de conquista. Podemos ver como el ejercicio de la escritura se vuelve un ejercicio de construir realidad, la realidad ya no es lo que tenemos en frente sino lo que podemos decir de ella.
El paisaje es más que la descripción acuciosa de un escenario, sino más bien describe la personalidad de sus habitantes, lo encontramos cuando plantea como es la naturaleza y como esta es inefable

“Y vi muchos árboles muy disformes de los nuestros, y de ellos muchos que tenían los ramos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una manera y de otro de otra, y tan disforme que  es la mayor maravilla del mundo cuánta es la diversidad de una manera a la otra” (Colón, diario de abordo)

            La exuberancia de esa naturaleza no es solo una muestra de lo nuevo y desconocido que resultaba América, también lo podemos asemejar al pueblo que habita y ha dominado esa naturaleza previo a la llegada de Colón, de cierta manera al expresar lo inabarcable que es el nuevo espacio físico y las maravillas que este presenta, también esta construyendo un indígena que ha sido capaz de dominar y convivir de manera armónica con ella, lo maravilloso no es solo esa naturaleza que se presenta sino que también los sujetos que en ella viven.
La disformidad, lo desconocido de la naturaleza también se refleja en el miedo que se deja entrever cuando se relaciona con el índigena, a pesar de construirlo como alguien con quién comparte características esenciales, como es la posibilidad de la fe, también reconoce diferencias entre ellos y que pueden presentarse como alguien desconocido y peligroso:

y todos de muy singularísimo trato amoroso y habla dulce, no como los otros que parece cuando hablan que amenazan (Colón, diario de abordo)

a partir de esta cita podemos ver que no presenta a todos los aborígenes de igual manera, a pesar que trata de presentarlos como personas amables, hay algunos que se les presentan como desconocidos e inabarcables al igual que la naturaleza que los rodea. Podemos observar como el lenguaje se vuelve vehículo de conocimientos, el cómo hablan es lo que los vuelve amenazantes, desde el momento que pueden comunicarse, el otro se vuelve menos peligroso y más cercano.
La descripción del lugar físico también hace referencia a la personalidad tranquila y apacible con las que primeramente caracteriza  a los aborígenes:

En este tiempo anduve así por aquellos árboles, que era la cosa más hermosa de ver que otra se haya visto, viendo tanta verdura en tanto grado como en el mes de mayo en el Andalucía (Colón, diario de abordo)

Vemos como Colón utiliza la misma técnica para describir el paisaje como a los habitantes de este, a través de similitudes con lo ya conocido describe la nueva realidad anulando así lo novedoso por lo conocido, ya no se permite el conocimiento de lo nuevo sino más bien de lo antiguo.
La civilización es siempre concebida a lo largo de la lectura como la esperanza de futuro. Tratan de acercar el mundo bárbaro a la civilización a través de repetir y dotar de características europeas al pueblo que vienen recién conociendo. Otorgándole características europeizantes, también construye una realidad más próspera y posible de ser conquistada, si los indígenas se muestran proclives a la fe y no poseen sectas, comentario que se repite constantemente a lo largo del diario, de cierta manera se vuelven más uno y menos un desconocido.
Hay que tener en cuenta que la descripción del indio por medio del diario permite una visión subjetiva de la realidad no conocida, visión muchas veces mediada no sólo por la subjetividad de Colón sino que también con los fines políticos que este persigue. Cómo construye al otro se basa también en cómo desea que el otro sea, no hay visión objetiva de la realidad sino que mediada por fines personales.
El indígena también se construye como fuente de bienes materiales y económicos, cobran relevancia a medida que den a conocer los lugares de donde obtener oro y sean fuentes de un intercambio de bienes
Por parte de los indígenas, hay que destacar que no es una visión de indígenas sin moral, llenos de maldad y salvajismo. Sino que se describen y potencian siempre características que los acercan a lo civilizado.

Crean vuestras altezas que en el mundo todo no puede haber mejor gente, ni más            mansa. Deben tomar Vuestras Altezas grande alegría porque luego los harán cristianos y los habrán enseñado en buenas costumbres de sus reinos, que más mejor gente ni tierra puede ser (…)(Colón, diario de abordo)

Aquí se ve como de cierta manera se despersonaliza al otro objetivándolo, son mejor gente en la medida que no sigan sus tradiciones y dejen de ser lo que han sido previo a la llegada de Colón, es decir, los indígenas cobran valor a medida que se van acercando más a  lo que Colón espera que sean y describe de ellos y alejándose de sus raíces primitivas.
            La descripción del otro en el diario a bordo de Colón, se construye a partir de la asimilación de los desconocido con la realidad ya conocida, utiliza constantemente descripciones en que se basa en su experiencia anterior con la naturaleza de España o construye a los indígenas por homologación, son personas prestas a la fe, sin sectas y que estarían dispuestas a servir a los Reyes Católicos, de cierta manera despersonaliza a los sujetos que viene conociendo para volverlos objetos de la corona española. Los indígenes se presentan como fuente de riqueza y posibilidad de hacer crecer la población que está en manos de los reyes.
            Por lo tanto, la construcción del otro especialmente del indígena se logra a través de la descripción del ambiente físico en el que este se mueve más la despersonalización a través de la entrega de características propias de la gente de España que solo hace perder las particularidades de estos indios para homologarlos a lo ya conocido y de esta manera hacer una propaganda positiva de la empresa de conquista colombina.

Bibliografía
Acevedo, F (1992) De semejanzas, disformidades y excesos en el diario: procedimientos de la representación. Estudios hispánicos (19) pp. 19-34
Bermúdez, Manuel (coordin.). Doña Bárbara ante la crítica. Caracas: Monte Avila, 1991.
Colón  (sf) Diario de a bordo del primer viaje de Cristobal Colón. Obtenido de: http://es.wikisource.org/wiki/Diario_de_a_bordo_del_primer_viaje_de_Cristóbal_Colón:_texto_completo Revisado: 5 de abril 2014.




domingo, 25 de agosto de 2013

Paradise Lost- Jhon Milton


La posibilidad de auto reconocimiento en Paradise Lost: uso de figuras retóricas

El poema Paradise Lost de Milton tiene como argumento central la caída tanto de los ángeles como del hombre, producto de la tentación de querer ser como dioses y como consecuencia la pérdida del paraíso. Este argumento, aunque muchas veces considerado en la literatura no siempre es fácil de ser tratado, especialmente si se quiere fortalecer la idea de no ser un tratado teológico, sino un escrito literario y por ende con pretensión de ser comprendido y admirado por lectores con o sin estos conocimientos.
¿Cómo Paradise Lost  logra ser considerado el gran poema de Milton y de la literatura inglesa de mediados del siglo XVII? ¿cómo a pesar de tratar una temática basada en ideas e imágenes más bien teológicas, logra que el lector puede reconocerse en el texto a través de sus personajes? En el siguiente ensayo se planteará que el uso de figuras retóricas, especialmente dar características humanas a entes no corpóreos y el uso de epítetos, imágenes y metáforas permiten al lector un mayor auto reconocimiento en el texto y por lo tanto, que el poema trascienda en el tiempo más allá de características meramente formales.
El poema como plantea Macaulay

influye en el ánimo de sus lectores, porque produce los efectos menos por medio de lo que expresa, que por medio de lo que sugiere; menos por las ideas que comunica, que por otras ideas relacionadas con ellas, electrizando el ánimo por medio de hilos conductores. (Macaulay 40)

Estos hilos conductores se tejen alrededor del texto, justamente por la relectura que se realiza de él, a través de reconocer en algo tan ajeno temporalmente y muchas veces tratado de manera mitológica, como puede ser la entrada del pecado al mundo, el pecado en sí y la capacidad de cometer ese pecado,  de lograr ver en la caída de los demonios el mismo sentimiento de envidia e impotencia que puede producir ciertas situaciones cotidianas y finalmente también reconocerse en Adán y Eva en sus momentos tanto de bienaventuranzas como ante la desesperanzada del error y el deseo de acortar el sufrimiento. Milton convierte una temática teológica en algo cotidiano y accesible a través de estos hilos conductores facilitados por la adjetivación del poema que permite la creación de fuertes imágenes que apelan no solo al intelecto sino que también a los sentidos:

Aniquiladas, hasta el punto en que
Las celestes esencias y los dioses
Pueden serlo; pues la mente  y el espíritu
Permanecen invencibles, y el vigor
Pronto vuelve, por más que nuestra gloria,
Extinta con nuestro feliz estado,
En eterna desdicha se haya hundido (Milton, L I, V.137-143)

A partir de estos versos iniciales Milton introduce en el poema la personalidad de Satán, un demonio que se lamenta de la aniquilación de su ejército, de la derrota ante Dios ¿un demonio puede lamentarse? En un principio, se diría que no, pero Milton lo presenta humanizado, este reconoce haber perdido su gloria y para dar entender cómo puede ser ésta, utiliza dos frases adjetivas, donde los núcleos exaltan el hecho de la pérdida a través del epíteto: la gloria perdida es extinta y desdichada, toda pérdida de cierta forma es la extinción de lo poseído y todo lo que se considere como tal atrae una cierta desdicha. Este énfasis comienza a configurar la sicología del demonio, donde la pérdida de su poder es lo que lo mueve a la venganza, sentimiento netamente humano, ya que no sólo fue el deseo de querer poseer todo, sino que frente a la burla que significó haber sido derrotado y condenado a la pérdida de sus poderes sobrehumanos y con conciencia de esto, se produce un rechazo y un deseo de venganza.
Milton presenta para sus lectores el infierno como un lugar físico, a pesar que a lo largo del poema puede deducirse que este es más bien un estado o un sentimiento de constante desdicha y reconocer que se podría poseer algo mejor: saber que se lograría no sufrir, sin embargo, no encontrar medios para acabar con ese sufrimiento, esta idea más teológica se sugiere a través de imágenes en que se acentúa el uso de adjetivos que apelan a la obscuridad, soledad, frío y un eterno malestar, más que a la descripción de un lugar:

Guárdate, y mantén bien ordenado
El apetito, no sea que el Pecado
Te sorprenda, asistido por la Muerte,
Su negra y horrorosa compañera (Milton, L VII, V 543-547)

El infierno, obtenido luego de desobedecer a Dios se iguala con la muerte y ésta posee características de sorpresa, por lo tanto, es consecuencia de estar solo, desprevenido y al encontrarse, se ve lo negro que es igual a obscuridad o ausencia, ya sea de luz o color,  es decir, la nada. El infierno, como consecuencia de la muerte se sugiere más bien como un estado de permanente no-existencia, lo negro en el fondo es la representación de ese no-ser. Esta idea se entrelaza y se sugiere  a partir de las descripciones primeras del infierno

En tanto sobre el firme globo opaco
De este redondo Mundo, cuya zona
Primera de convexidad separa
Los inferiores orbes luminosos
Del Caos y de la incursión de la
Tiniebla ancestral, Satán desciende. (Milton, L III, V 417- 422)

            A pesar de presentar hasta una ubicación física del infierno (sobre la tierra , ¿dónde? ¿Podría el hombre acceder a él por sus propios medios?) nuevamente presenta cualidades que permiten una imagen visual asociada a la nada, se contrasta la luminosidad de la tierra con las tinieblas que serían el infierno, el caos como materia informe también provoca, más que la idea de un lugar limitado, la sensación de desorden y desesperación frente al contraste con lo conocido (tierra). Es a partir de este tipo de imágenes y uso de adjetivos que permite ir generando sensaciones en el lector, ya que más que una descripción detallada de los lugares provoca sensaciones, porque las imágenes sobre lo que parece un castigo apelan a lo visual (falta de luminosidad o brillo, obscuridad, desorden), reforzado muchas veces con paisajes geográficos a los que el lector pueda acceder por recuerdo o imágenes mitológicas que le permitan acercarse a ciertas sensaciones.
            El cielo también es presentado como un lugar físico, sin embargo, al igual que con el infierno apela mayormente a imágenes visuales, táctiles u olfativas que conectan mucho más con un estado que con un lugar:

Y se fue hacia sus frutas y sus flores,
Para ver cómo se desarrollaban,
Botón y flor, en su jardín; al verla
De súbito brotaron, y sensibles
A su amable cuidado, más gozosos
Crecieron […] (Milton, L V, V 45-50)

            En estos versos se presenta el cielo como un lugar físico, sin embargo, las características que se entregan apelan fuertemente a los sentidos, es así como primero se presentan las frutas como parte de este cielo, esto invoca tanto el gusto como el olfato, siendo éstas algo agradable, sano y apetecible, también  al presentar las flores se apela  a lo bello, a lo agradable, por otro lado, el hecho de presentar la auto génesis de la naturaleza significa la posibilidad de crecimiento, pero no físico, si no más bien interno, es decir, el cielo como un lugar espiritual.

Porque el cielo es como el libro de Dios
Ante ti abierto para que en él leas
Sus sorprendentes obras y conozcas
Sus estaciones, horas, días y meses (Milton, L VII, V 85-88)

            En esta segunda cita el Arcángel explica que es el cielo y lo homologa a un objeto físico, pero un objeto de que por sí apela más bien al intelecto, al pensamiento y por lo tanto, no es posible aprehenderlo. A través de esta metáfora perfecta, se presenta el cielo como algo diferente para cada persona, al igual que un libro se puede poseer de diferentes maneras, pero provoca el goce en cada uno de sus lectores y también se eterniza a través de cada relectura al igual que lo eterno del cielo. También se ve como un lugar en que crece el espíritu a través del conocimiento acerca de Dios tanto directamente como a través de lo que Él ha creado.
            Luego de explicar como el infierno y el cielo se presentan cercanos al lector a partir de las diferentes imágenes sensoriales, lo mismo sucede con las batallas celestiales que se libran a lo largo del poema. Estas pueden considerarse como las batallas interiores personales, presentadas a través de imágenes que permiten la similitud de los demonios con las tentaciones que puede sufrir el hombre y también desprender las consecuencias de dejarse llevar por ellas:

Avanzaba Satán con rapidez
Alada, una hueste innumerable
Como las estrellas de la noche,
O las estrellas de la mañana,
Gotas de rocío, que el sol dora
Cual perlas en cada hoja y cada flor. (Milton, L V, V 746-751)
           
            La rapidez con la que el demonio avanza hacia la batalla contra el ejército celestial se presenta como alada, es decir, que rápidamente es capaz de llenarlo todo, de atravesar el entendimiento del hombre y nublarlo. También al comparar la cantidad de demonios con las estrellas del cielo o las gotas de rocío, presenta imágenes que son agradables a la visión y que de cierta forma tienen una tradición de hermosura aparente o dicotómica, por ejemplo las estrellas pueden ser presentadas como fuente de deseos o también posibilidad de destrucción, al igual que las gotas de rocío que representan la delicadeza, la transparencia como también la muerte para la vegetación debido a las heladas, por lo tanto, se puede desprender la idea que los demonios o las tentaciones poseen esta apariencia de hermosura y atractivo irresistible, sin embargo, tras ellas se esconde muchas veces la destrucción de lo que tocan.
            Finalmente, como plantea Craig Sthephans, en su comentario acerca del prefacio de Lewis a Paradise Lost,

“Milton’s truth ton ature is here almost too great, and the reader is involved in the same illusion as Eve herself. The whol thing is so quick, each new element of folly, malice and corruption enters so unobstrusively, so naturally, that it is hard to realice we have been watching the génesis of murder” (Lewis Preface 126)

el hecho de presentar finalmente a sus personajes y situaciones tan cercanos a través de las diferentes imágenes sensoriales, envuelve al lector y convierte tanto a Satán, las tentaciones y los actos de estos,  peligrosamente atractivos permitiendo finalmente no solo la identificación con sus personajes sino también caer en la ilusión de esa tentación, que finalmente es la tentación a la que el hombre está sometido diariamente.


Bibliografía

Craig, S. Satan Revealed: Lewis’ Preface to Milton’s Paradise Lost. 2013

Macaulay, L. Milton. En: Estudios literarios. Cádiz: Imprenta central, 1879.

Milton, Jhon. El paraíso perdido. Edición de Esteban Pujals. Madrid: Cátedra, Letras Universales, 2006.

martes, 30 de julio de 2013

Misterio en el campamento - Beatriz García-Huidobro

García Huidobro es periodista, especializada en pedagogía y escritora de literatura infanto juvenil. Me topé con su libro por una especie de obligación y para renovar un poco mi conocimiento acerca de lecturas para jóvenes, pero me llevé una desilución, creo que el libro no es lo que los jóvenes o los niños de cerca de 12 años esperan leer.

Principalmente porque el registro de habla de sus personajes se aleja demasiado de lo que hoy los jóvenes utilizan y a pesar del poco tiempo de su primera edición (2002), Diego, Pablo, Cósima hablan más bien como adultos o niños en una situación de habla formal, mientras que toda la historia se realiza en un campamento donde la simetría en las relaciones es lo que prima.

Diego es el personaje principal, astuto, inteligente y lleno de curiosidad asiste a un campamento de verano junto con su primo, en el cual se realizan diferentes actividades de montaña, es ahí donde la escritora deja entrever que posee una visión didáctica de la literatura infanto juvenil, ya que a través de Cristobal (otro niño que asiste al campamento), Ismael y algunos monitores desliza ciertas enseñanzas, como la importancia de hacer deporte mostrando a Cristobal como alguien  "molesto" por no estar acostumbrado a la actividad física. Esta función didáctica también se logra observar en las digresiones acerca de ciertos deportes y una explicación detallada de ellos y la diferencia que pueda existir por ejemplo entre el "montañismo y andinismo" o descripción de la flora y fauna, relieve, datos históricos de la Cordillera de Los Andes.

También la autora cae en lugares comunes, ya sea en el argumento como en el retrato de sus personajes. Como en todo campamento se cuentan historias de terror y es este el argumento central de la obra, a partir de estas historias se oculta un crimen, el cual es descubierto por Diego. El libro dedica gran parte de sus capítulos a cada una de las historias de terror contadas y deja ver cierta rivalidad de género entre los participantes del campamento, los hombres se sienten superior a las niñas que ahí asisten. Luego de varios capítulos sobre las diferentes actividades que se realizan en el campamento, no se explica cómo Diego logra descubrir el crimen o cómo se va dando cuenta de que no es sola una broma la representación de las historias contadas durante la noche anterior. La explicación raya en la superficialidad acelerando un final y acabando con un argumento que podría haber sido enriquecido a partir de mostrar el razonamiento que lleva a que el personaje descubra como se pensó y realizó el robo.   El no hacerlo convierte al libro más que en una historia en si misma en una recolección de historias contadas por niños.

Tampoco existe mayor profundización en el tema de las relaciones interpersonales, tan importante para los niños de esa edad, se trata con superficialidad mientras que se podría evidenciar en la historia a través de las acciones de los personajes, por ejemplo, el cambio de Pablo con respecto a Cósima y no solo que se pueda inferir por un comentario realizado por Diego.

Creo que es un libro que pretende crear suspenso, pero no logra una atmósfera que permita al lector generar hipótesis acerca del porqué de los sucesos, si se genera curiosidad en cuanto cómo desenlazará la historia y puede ser sorpresivo el final, pero no porque se haya llegado al peak del suspenso sino por lo súbito y poco verosímil de este.

martes, 30 de abril de 2013

Comentario - "Mal de amores", Ángeles Mastretta

Esta entrada la tenía preparada para el día 23 de abril cuando en Chile se celebra el día del libro, pero por diferentes motivos no alcancé a publicarla.

Mal de amores es un libro que me marcó, copié tantas párrafos, citas y capítulos en mis cuadernos de lectura, que no sé si lo reescribí entero... hice trabajos para la universidad comparando la visión de amor presente en el libro y cuánto de la visión medieval se deja ver en la historia a partir del título. Pero no fue su calidad literaria la que me atrapó, fue esa sensación única que entregan los libros de saber que alguien más ya sintió lo que tú sentiste la posibilidad de vivir tu vida y la vida de otros nuevamente, la magia de pensar que quizás pudiste solucionar tu vida de esa manera o que si estás en medio del caos quizás se solucione al igual como se solucionó en el libro.

Los libros me salvaron la vida y quizás suena exagerado, pero siempre, los peores momentos han estado acompañados de historias y personajes que me han llenado de esperanza. 
Este libro lo leí a los 16 años, esa edad en que se sienten las penas de amor como una enfermedad que te está condenando a muerte e hipotecando la vida. Después he vuelto a tener tristezas y desilusiones más grandes, pero quizás nunca me había sentido tan sola y sin saber qué hacer como en ese entonces y este párrafo refleja a grandes rasgos esa sensación de tristeza profunda que sentí que me carcomió por dentro tanto tiempo:

"Entonces él tenía su determinación tan bien tomada que a las cinco de la tarde no pasó por la casa de la señorita Lynch. Las promesas de amor eterno, la ilusión de una casa discreta para ella sola donde él pudiera visitarla sin sobresaltos, la felicidad sin prisa hasta la muerte, todo cuanto él había prometido en las llamaradas del amor quedó cancelado por siempre jamás. Lo último que la señorita Lynch tuvo de él fue una diadema de esmeraldas que el cochero le entregó sin comentarios, sin un recado, sin una nota escrita, y dentro de una cajita envuelta con papel de farmacia para que el mismo cochero la creyera una medicina de urgencia. No volvió a verla ni por casualidad en el resto de su vida, y sólo Dios supo cuánto dolor le costó esta resolución heroica, y cuántas lágrimas de hiel tuvo que derramar encerrado en el retrete para sobrevivir a su desastre íntimo. A las cinco, en vez de ir con ella, hizo ante su confesor un acto de contrición profunda, y el domingo siguiente comulgó con el corazón hecho pedazos, pero con el alma tranquila."


¿Qué libros sin importar la calidad literaria que a este le atribuyan ha marcado un período de sus vidas?

sábado, 13 de abril de 2013

Reseña: La estepa infinita - Esther Hautzing


Esta reseña la hice hace un tiempo para: Lo que leímos , ¡visítenla está llena de reseñas!

[…]Paseando con la abuela por aquel pueblo inhóspito, tenía la sensación de caminar por un mundo irreal, desmantelado y deshabitado […]


Es la primera novela que leo de Hautzig, autora nominada al National Book Award en 1969 y finalista del Jewish Book Award, en 1993, con su novela Riches. Sin tener mayor conocimiento acerca de ella ni de la obra, decidí leerla luego del comentario de una amiga: “Es una novela sobre el dolor pero en positivo”. Muchas veces dolor y positivo no pueden ir en una misma frase sin provocar cierta incredulidad. 

La autobiografía de Esther Hautzing no es simplemente una novela acerca del exilio polaco a Siberia ni una historia de una niña que mira con estupor cómo su mundo se derrumba, sino que es verdaderamente la historia de cómo enfrentar los propios miedos, deshacerse del orgullo, llenarse de esperanza y hacerle frente al dolor, y sí, de una manera positiva. Novela narrada en primera persona por Esther, una niña de 12 años que a través de sus ojos inocentes y sus caprichos va revelando cómo finalmente, la libertad es algo inalienable. 

El dolor en la novela de Hautzing no agobia, la dureza de los soldados alemanes y el odio que se incuba en los polacos por los malos tratos y la alegría que representa ver a sus captores bajo el poder de Rusia se suaviza por la insistencia de una niña de rearmar un mundo que le parece irreal, pero conserva sus pilares: la fe y la familia. A diferencia de otros libros sobre el holocausto y la segunda guerra contados por niños (“El niño del pijama a Rayas”, “El diario de Ana Frank”), la visión de Esther no es una ingenua, aunque no entiende los motivos reales de por qué está deportada, sí logra entrever los dolores de la guerra, la cercanía de la muerte y la pérdida de sus seguridades, tanto económicas como las de cualquier niña: sus amistades, las clases, sus vestidos, sus fotografías y el pasado que deja atrás cuando sube a un tren en que siente poco a poco como va perdiendo el trato de persona y pasa a ser un simple ganado. Pero cuando llega a la estepa siberiana, lejos de rebelarse y de evadir la realidad, comienza a construir su mundo a partir de lo que tiene, una especie de lavatorio, un camarada al que hay que obedecer y una cama que le da seguridad porque comparte con su abuela, su madre y su padre y al frente se encuentran sus vecinos y otros conocidos de la tierra que dejó. 

El viaje de Esther en el tren desde Polonia a Siberia también representa el propio viaje que realiza la niña durante sus años en la estepa, su casa, sus amigos, su maestra ha cambiado por el viento que cala los huesos, congela los dedos y la única manera de mantener la sonrisa en el rostro es a través de grasa animal esparcida por todo el cuerpo. Esther cambia a medida que asume el dolor, las incomodidades y la inseguridad que representa estar en un lugar desconocido, deja el orgullo, los miedos y se convierte en una mujercita, deja de ser la niña mimada que antes de partir solo deseaba llenar su maleta de vestidos y se esfuerza para aprender ruso en la escuela y trabaja duro para poder llevar leche a casa. Se hace humilde cada vez que es capaz de pedir ayuda, de ofrecer sus servicios o trabajar para conseguir unas botas y un abrigo y posteriormente darse cuenta que eso por lo que tanto soñó, en la Polonia devastada en donde la espera su padre luego de una larga separación, ya no vale. 

La estepa infinita es un libro de lectura fácil, una historia que envuelve y uno desea llegar luego al final, sin embargo, no es simplona; si uno la relee se da cuenta de la profundidad de los comentarios de cada uno de los personajes, de las transformaciones que surgen en ellos a partir del dolor y cómo se enfrentan a él apoyados en sus tradiciones y familia.